14/4/12

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Durante varias décadas hubo ciertas fechas que se celebraban ostentosamente y otras que eran tabú. De aquellas todo el mundo sabe (las familiares aparte, en el seno de cada tribu) porque se predicaban a bombo y platillo. De las que eran tabú destacaba la de hoy, catorce de abril. Mi madre, que era de derechas de toda la vida, pero respetuosa y llena de bondad con todo el mundo, la recordaba en voz baja y con cierto candor ¿nostálgico? Mi padre, que había jurado como soldado la bandera del Estado latente en 1935, callaba sin más o como mucho decía que era cosa del pasado. Nunca hubo una fecha en la historia de este país que en público fuera tan vilipendiada o tan silenciada. Como si nunca hubiera tenido lugar. No hay mayor torpeza que condenar una fecha y convertirla en símbolo. En este extraño país de cuentas pendientes la memoria no debería desdeñarse. Puede convertirse en munición de ideas y, antes o después, en arsenal.


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