26/5/12

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A veces pienso que los hombres miramos la noche con ojos de huída. Bien dejándonos arrastrar al sueño, bien celebrando ocio nocturno, bien leyendo o viendo películas; son variadas las formas a través de las cuales huímos de la noche. La noche sigue siendo el reino espectral por excelencia, aun cuando si uno lo medita bien verá que las horas diurnas despliegan ante nuestra presencia muchos más espectros y temores. Me gustaría firmar un pacto con el súcubo de turno para contemplar la noche durante el resto de mis días de otra manera. Ya se me han olvidado las formas y destellos de las estrellas y las sombras alargadas que los chopos proyectan sobre el río. Tal vez va siendo hora de recuperar un grado de complicidad y de amor con la noche. Cara a cara, sin otro objetivo que dialogar con ella. Sin intermediarios ni excusas que desvíen la atención.



1 comentario:

  1. Tienes tanta razón. Simplemente sentados, la noche y el hombre, mirándose...

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