19/7/12

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El poema que he recordado de León Felipe me ha hecho pensar en la bondad y el carácter de los escritores exiliados. No obstante su ira y la causa maltrecha que arrastraron por otros continentes, me admira que fueran fermento de nuevas letras, ahítas de dolor, de prospección y de hallazgo de nuevos caminos expresivos. Aunque uno piensa que la vida de muchos de ellos ya había estado marcada por un cierto tipo de semiexilio interior. No tanto porque las circunstancias políticas no les permitieran expresarse, que no siempre les fue posible, sino porque el acontecer de la vida sobre la piel de toro les obligaba a resistir en una constante tensión con su intrahistoria. Desde la reflexión de Larra: escribir en España es llorar, cuántas escrituras tejidas de lágrimas más que de tinta no habrá dado la literatura contemporánea española. Y sin embargo, si se medita bien, de aquellas rabias, sentimientos profundos y desacuerdo con el erial español es de donde ha salido lo mejor de lo mejor. La riqueza poética. A mi modo de ver siguen en activo y modernos.




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